sábado, 15 de abril de 2017

La lombricultura, una práctica ancestral para nutrir la


J. Y. / Ciudad Real

Desde los inicios del planeta siempre ha aportado beneficios a la madre tierra, nutriendo y abonando el suelo del que salía el alimento paras todas las especies de la naturaleza.Se trata de la lombriz de tierra, un pequeño animal que tiene un importante papel transformador en el ciclo de la vida, tal y como ya descubrieron los egipcios, en cuya cultura antigua hay decenas de testimonios sobre la labor del gusano en la cadena trófica. De alguna manera, la lombricultura actual (cría intensiva de la lombriz roja de California) se ha ido apuntalando sobre los usos agrícolas de culturas milenarias, a tenor de los legados científicos de naturalistas y biólogos, a los que se suman las prácticas transmitidas de generación en generación por los agricultores como verdaderos activistas de los ecosistemas naturales.

Esta actividad, de cuya explotación se obtiene el valorado humus de lombriz, es poco conocida en España fuera del ámbito agrícola, aunque en los últimos meses está más presente en  los medios gracias a la Asociación Española de Lombricultura (ASESLOM), que preside el moraleño José Agustín Molero, que ha diseñado un plan de actuaciones que iniciarán este mismo año.

Molero explica que la producción de humus de lombriz es una técnica ancestral que representa una solución al reciclado de residuos animales y vegetales, y que posibilita un fertilizante 100% sostenible que combate la contaminación.Puede elaborarse en forma sólida y líquida, tal y como lo elaboran desde ‘Mancha Verde’, la empresa que encabeza Molero junto a su hermano en la localidad de Moral de Calatrava, dirigido a mejorar lapreparación de suelos para albergar todo tipo de cultivos: leñosos, hortícolas, o frutales, además de para usos en jardinería o espacios deportivos.

El humus que enseña Molero tras su secado y filtrado tiene un aspecto similar a la tierra, y  es “suave, ligero e inodoro”, con altos contenidos de elementos como el carbono, el oxígeno, el hidrógeno, el nitrógeno, o el fósforo, además de una gran concentración de microorganismos, que todo reunido conforma una base de nutrientes óptima para intensificar el crecimiento vegetal.

Por ello, el proceso de transformación de los residuos es tan natural como atractivo pues “el secreto del humus es la flora microbiana que contiene”, dado que la lombriz en su microclima (permanentemente oscuro –su enemigo es la luz-y húmedo)“abre la boca y engulle el alimento orgánico del suelo mientras se mueve, que luego excreta”. Molero comenta como curiosidad la “voracidad” de estos animales de un gramo de peso, con una alta capacidad digestiva que les permite ingerir cada día su peso en comida.

Los dos lombricarios de la granja de Molero están dispuestos en lomos de 80 metros de largo por metro y medio de ancho, que reciben alimento orgánico cada mes y medio y que permanecen humedecidos gracias al sistema de riego por microaspersión que expande el agua procedente de sendos pozos.

En la explotación transforman estiércol de vaca y oveja, su principal materia prima, y mueve un volumen anual de cinco millones de kilos que, una vez reducido al 30% por la fermentación y  hasta un 60 % por el trabajo de las lombrices, se convierte en dos millones de kilos de humus de lombriz(sólido con aspecto de tierra, y peletizado), una producción que casi duplicará a finales de este año (hasta los 3,5 millones), tras la puesta en marcha del segundo lombricario y el nuevo aprovechamiento con residuos de oliva.

El fuerte de sus ventas, principalmente a almacenes y cooperativas, lo registran entre los meses de julio a noviembre,  y cuentan con distribuidores en Galicia, Cáceres y Almería, una red que próximamente ampliarán con una nueva delegación en Murcia.

De las instalaciones de esta firma de fertilizantes, con tres décadas de actividad, salen también  estiércol cribado y sustratos para diferentes aplicaciones, además de comercializar otros productos como arcilla expandida o corteza de pino.

El potencial de los excrementos de los gusanos en la transformación y renovación del terreno fueron puestas en valoren el antiguo Egipto tras observar la relación entre los gusanos de tierra y la fertilidad del Valle del Nilo. “Consideraban tan importante la labor de las lombrices en los campos, que a quien pillaban robando le cortaban la mano”, ilustra Molero, que recuerda que Charles Darwin fue uno de los grandes estudiosos del comportamiento de estos animalillos, cuyos avances compiló en ‘Formación del sustrato vegetal por la acción de las lombrices de tierra.

En la época actual, expone Molero, Hugo Carter (familiar del que fuera presidente de EEUU) se inició en la crianza de lombrices a mediados del siglo XX “que criaba en un ataúd” y, al parecer, “publicaba anuncios en prensa para vender su producción como abono ecológico y para cebo para pesca”. Más recientemente, agrega, la Universidad de California ha desarrollado criaderos y tesis sobre el desarrollo y el papel del gusano como productor de fertilizantes y como proteína para el alimento de otros animales.

Fruto de estos estudios se desarrolló la eiseniafoetida, un híbrido conocido como lombriz roja de California, “con una gran capacidad reproductiva y comercial” y una esperanza media de vida de 16 años. Molero explica que esta especie es hermafrodita insuficiente, es decir, “tiene los dos sexos pero necesitan copular entre ellas, y como son ovíparas,a los 21 días cada lombriz pone un huevo (cocón), que eclosiona al mes y nacen entre dos y 20 crías”. A los tres meses son sexualmente maduras, por lo que con cien en dos años su población aumentaría hasta las más de 32.000.

No obstante, “si detectan sobresaturación, se autorregulan ante la amenaza instintiva de falta de alimento y humedad”, incide Molero y asegura que “no tienen ni transmiten enfermedades conocidas”.


Fuente Original:http://www.lanzadigital.com/news/show/el-campo/la-lombricultura-una-practica-ancestral-para-nutrir-la-tierra/92878
 

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